116


¡!! Gooolllll ¡!! Cuando Iniesta marcó en el minuto 116, se produjo una reacción en cadena de euforia en toda España. Petardos, risas, gritos…, alegría para todos; para todos menos para Pedro. Y no porque fuera Holandés, que había nacido en Madrid, o le tuviera alguna manía especial a la Selección Española de Fútbol. No, no era nada de eso. Pedro se puso a llorar desconsoladamente justo cuando vio que el remate de Iniesta entraba en la portería. Había decidido ver el partido solo en casa a pesar de lo mucho que le habían insistido sus amigos para verlo todos juntos en la pantalla gigante de la Plaza de Colón.  Pedro no recuerda el tiempo exacto que estuvo llorando tras el gol, aunque tuvo que ser bastante porque aún le caían lágrimas cuando Casillas levantaba la Copa del Mundo. Pedro recordaba a su padre que había muerto el 4 de Julio, justo el Domingo anterior al partido. Pedro no podía parar de pensar en su padre y en cómo habría disfrutado de ese gol. Andrés, el padre de Pedro, era la persona más futbolera que había conocido. Le gustaba tanto el fútbol que no era de ningún equipo. Andrés decía que así podía disfrutar del juego sin que le cegaran los colores. Eso decía siempre cuando veía un partido, menos cuando el partido era de la Selección Española a la que tenía cómo su equipo. Tanto en la política cómo en el fútbol tenía muy claro que el rojo era su color.  Durante toda su vida se había quejado amargamente de que nunca vería a su equipo campeón del mundo. Si que lo había visto Campeón de Europa con aquel gol de Torres a Alemania y la revolución que había planteado Don Luís Aragonés. Pedro recordaba siempre como su padre decía que Luis Aragonés era un grande de España. Con sus lágrimas, a Pedro le venía el recuerdo de cómo había encontrado muerto a su padre cuando fue a su casa a buscarle. Fue con las llaves que tenía, tras no responderle su padre durante toda la mañana ni al teléfono fijo, ni al móvil ni a los whastupp. En cada lágrima recordaba cómo fueron los diez minutos que había caminado desde su casa a la de su padre. En sus sensaciones mientras caminaba muy deprisa, más deprisa que nunca en su vida, en la angustia de pensar lo que se iba a encontrar al llegar. El recuerdo de abrir la puerta y no oír respuesta a su llamada ¿papa? El encontrar en el comedor las gafas, el reloj, el móvil (todas aquellas cosas que siempre dejaba en la mesa cuando se iba a dormir) Pedro recuerda mirar su reloj y ver que eran las 11 y 6 minutos de la mañana cuando abría la puerta del dormitorio y veía a su padre Andrés, tumbado en el suelo con un vómito de sangre alrededor de la cabeza y con el color de los muertos. Su padre Andrés a las 11 y 6 al que tan feliz le habría hecho ese gol de Andrés Iniesta en el minuto 116 que nos hizo ganar un mundial. Papa, papa, papa, ha sido: ¡!! Golllll ¡!!!!

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