La razón.


Se de gente que mataría por llevar la razón. Da igual el motivo. Es indiferente que el asunto sea importante o trivial, un asunto menor o una cuestión de vida o muerte. Lo único que algunas personas necesitan para sobrevivir es tener la razón. Una vez leí que en la vida tenías que escoger entre tener la razón o mantener una relación de pareja. Ahora mismo estoy esperando a mi hijo, tiene quince años y me toca estar con él este fin de semana. Antes le gustaba mucho venir conmigo, íbamos al cine y después al McDonald a cenar pero desde hace tres años  es un suplicio cada fin de semana que le toca estar con su viejo. Siempre aparece con sus enormes cascos escuchando diferentes ruidos arítmicos pero que él llama la música que se lleva ahora, qué no te enteras. No, no me entero. No estas a la moda. Tampoco en esos pantalones caídos que enseñan todo el culo, ni en el color del mechón de su pelo, de un color que no encuentro en el pantone de mi cabeza pero que esta entre dos colores que sí conozco el verde y el amarillo. Mi mujer se separó de mi hace ochos años, me lo dijo justo cuando estaba jugando con mi hijo al fútbol en el parque. Le dije que quizá ese no el era el mejor momento y me dijo que nunca me parecería un buen momento y que así yo no querría tener la razón o al menos no me iba a poner a discutir en el parque, delante de toda la gente; que yo siempre quería tener la razón y que estaba agotada de las discusiones, yo le dije que eso era mentira y que no era verda deso de que quería tener siempre la razón. Cariño, te estas equivocando. No me llames cariño. Ana, te estas equivocando. Pues a partir de ahora me voy a equivocar sola. Al llegar a casa me encontre los papeles del divorcio en la mesa. Lo tenia todo pensado. Estaban mal redactados pero los firme. La verdad es que sentí una liberación mientras firmaba esos papeles, me dió la sensación de que con la firma estaba deshaciendo un nudo que me apretaba y no lo sabia. Firme y la razón me asistió. Volví a casa de mi madre y todo volvió a su lugar de una manera tranquila. Mi madre no me discutia las cosas. Era una mujer sabia que me conocía mejor que nadie y era consciente de que yo no me equivoco jamás. Y eso es un don. Creo que cada persona tiene un don, hay gente que cocina muy bien, otras personas tienen una grandísima memoria y mi mujer tenia el don de sacarme de quicio, no se puede negar el talento de los demás y ella negaba contantemente mi posesión de la razón. Igualmente que cada persona tiene un don tiene también un punto débil, un talón de aquiles. Ana padecía de una insuficiencia cardíaca, era bastante grave pero si tomaba sus pastillas podia hacer una vida normal, unas pastillas con un ligero olor a menta, el mismo olor que los caramelos que vendían en las farmacias del centro y por lo visto el mismo sabor. Nunca se dio cuenta del cambiazo que le había hecho gracias a la colaboración involuntaria de mi hijo adolescente. Yo se lo dije, le dije que se iba a arrepentir de no reconocer que yo tenia siempre la razón, que había sido un error abandonarme y no supo darse cuenta de que yo, como siempre, había vuelto a tener la razón.






















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