Otoño

Fue justo cuando caía al suelo
la hoja más grande
del árbol más antiguo de la comarca
que yo había terminado de contar
el último lunar de tu espalda
después mi dedo se fue a tu cuello
con un movimiento a la misma velocidad
que el suave viento de otoño
mueve tu pelo cuando nos asomamos al balcón
desnudos y mi mano te despeina
más aún que cuando encima mía cabalgas
mientras el color del cielo se torna marrón
y nuestros labios se convierten en uno solo
entrelazando la sin hueso en un nudo
propio del otoño.

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